martes, 9 de abril de 2013


LA ENCOMIENDA DE CARAVACA DE LA CRUZ. Esta primera entrega de Non Nobis, Domine, fue publicada en el número 121 de la revista MISTERIOS y Fenómenos Insólitos, otra vez en primera plana y sobre foto mía.













       El artículo estaba escrito realmente desde un año antes, retrasos en la revista postergaron su aparición. Estuvo disponible, entretanto, en una sección homónima a este blog que Fernando García abrió, amablemente, en la página de inicio de la revista y que a fecha de hoy aún permanece en funcionamiento.




NON NOBIS, DOMINE

LA ENCOMIENDA DE CARAVACA DE LA CRUZ


          “Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam (No para nosotros, Señor, no para nosotros, sino para la gloria de tu nombre)”. Con este lema recorrían los campos de Europa y Tierra Santa los miembros de la, probablemente, más mítica orden de caballería creada durante las cruzadas y al amparo de los Balduinos en el utópico y fugaz reino de Jerusalén. Hablamos de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón o, lo que es lo mismo, los Templarios.

          Tradicionalmente se nos ha contado que allá por el año 1118, nueve caballeros, capitaneados por un tal Hugo de Payens, se presentaron ante Balduino I, entonces rey de la Jerusalén conquistada en 1099 por su hermano Godofredo de Buillón, durante la Primera Cruzada. Se propondrían pedirle permiso para proteger a los peregrinos en su camino a Tierra Santa. El rey no sólo se lo daría sino que les habría otorgado como cuartel general el Templo de Salomón, donde ya se situaban las actuales mezquitas de Al Aqsa y La Roca. Así surgiría la Orden.

          Los más “conspiranoicos” en cambio quieren ver en esta historia un pacto secreto entre los caballeros y un rey de un posible “linaje sagrado”, tal vez relacionado con la leyenda del Santo Grial, para que éstos, en su nombre, buscasen en los sótanos del Templo quién sabe si algún rastro de los tesoros del Templo (la Menorá, el Arca, la Mesa de Salomón…), o tal vez algún documento relacionado con éstos, con Genealogías Davídicas, etc… Dicha historia serviría además para no levantar sospechas en el seno de la Iglesia.

          Pronto dicha Orden habría obtenido la protección de Bernardo de Clairvaux, creador del Císter, donde los Templarios habrían hecho sus votos (los caballeros del Temple fueron monjes cistercienses), Clairvaux habría intercedido por ellos ante el Papa quién les otorgó la posibilidad de llevar blancas vestiduras sobre sus cotas de malla. Con todo ello, llegarían a ser la orden más rica y poderosa durante casi doscientos años, hasta que el viernes 13 de octubre de 1307, la mayoría de ellos fueran prendidos, torturados y en muchos casos ajusticiados (como fue el caso de su último Gran Maestre Jacques de Molay) debido a un complot urdido por el rey de Francia Felipe IV el Bello y con la complicidad del entonces Papa Clemente V. Posiblemente la avaricia y la envidia de las riquezas del Temple eran el móvil de dicho complot.

          Por todo ello: Su misterioso origen, las riquezas que atesoraron, los objetos sagrados que pudieron encontrar, la posibilidad de que conocieran los entresijos de un importante secreto ocultado por la iglesia, su trágico final y el que fuesen sistemáticamente borrados de la Historia oficial, es por lo que los componentes de esta orden nos resultan tan atractivos a los amantes del misterio. Así que, por mi parte, tomé todo el romanticismo que fui capaz de reunir y, junto con mi esposa, otra apasionada de los enigmas como yo, tomamos la moto y, emulando un sello templario que muestra dos caballeros en una sola montura, nos dispusimos a seguir sus pasos por nuestra geografía. He aquí, y en entregas sucesivas, el relato de lo que nosotros mismos hemos podido ver.

CARAVACA DE LA CRUZ


           Caravaca de la Cruz es una ciudad de la región de Murcia, de algo más de 20.000 habitantes, capital de la Comarca del Noroeste y vecina a la población de Cehegín.

     No faltan en Caravaca leyendas que atribuyen su fundación al mismísimo Noé, aunque más probablemente su origen se remonte a la Edad del Bronce, concretamente a la cultura del Árgar, se habría llamado Karka; posteriormente pasaron por aquí los íberos, púnicos, romanos, godos y musulmanes que le dieron nombres alófonos hasta el actual Caravaca puesto por los cristianos tras la mal llamada Reconquista.

Alcázar  Santuario

          Lo primero que el viajero puede contemplar al llegar a esta antigua población es el Alcázar Santuario de la Cruz de Caravaca, de origen árabe, presidiéndola desde lo alto. Sin embargo, una vez entramos en la misma, comprobamos que, víctima de una mala política urbanística y, posiblemente, de la especulación del suelo, dicho Alcázar sólo es visible en parte desde la arteria principal del pueblo. No obstante, hay que decir, que el casco histórico está perfectamente conservado y restaurado; camino del Santuario, pasaremos por un vistoso barrio medieval.











                 Decíamos del Santuario que era una antigua alcazaba musulmana del siglo XII, conquistada por los templarios en 1243, en tiempos de Alfonso X el Sabio (*). Éstos Caballeros Templarios habrían de permanecer en el castillo hasta 1312 (hay que aclarar qué aunque la Orden desapareciera en Francia en 1307, en España el proceso sería distinto, finalmente el Temple dejó de existir en 1312 tras integrarse sus miembros en la Ordem de Cristo en Portugal y en las diversas órdenes españolas como la de Montesa, Santiago y Calatrava, de ésta última en particular hablaremos en sucesivos artículos). Después del Temple, Caravaca entraría a formar parte de las propiedades de la Orden de Santiago en 1344. El castillo desapareció como tal en el siglo XVII convirtiéndose en el actual Alcázar Santuario, de éste siglo es la portada, de estilo Barroco Churrigueresco y construida en mármol rosa, en ella destacan símbolos herméticos como las conchas de peregrino y pilares masónicos, incluso una pirámide, situada sobre la cruz central, que delatan los conocimientos esotéricos de su constructor Francisco de Mora discípulo de Juan de Herrera (el arquitecto del Escorial) A ambos lados de la portada se observan además animales semejantes a basiliscos y también flores de lys (una posible referencia al linaje sagrado y que será una constante en nuestros viajes).

                                  Pórtico del Alcázar Santuario.

        Ya en el interior del Santuario encontramos un claustro y tres capillas. La de la Cruz, que es la principal, la de la Aparición, donde se supone que apareció milagrosamente la Cruz de Caravaca en el momento de la conversión del rey musulmán Abu Zeyt (dicho milagro lo relatamos posteriormente) y que se caracteriza por tener una ventana gótica, que fue recortada e incorporada tras la reconstrucción del siglo XVII, cuyo dibujo nos recuerda a un yin-yang o a una esvástica y que presenta a su alrededor una inscripción de extraños caracteres que aún no ha sido interpretada hasta la fecha, y encima de ésta, la de los Conjuros, con un retablo que conmemora la citada conversión del rey musulmán y que sale a un mirador por donde se sacaba la Cruz para conjurar lluvias, etc…

Capilla de los Conjuros.

         También está el Museo de la Vera Cruz donde se exponen todos los utensilios donados a la misma: Estuches, manguitos, relicarios…Hay incluso una casulla nazarí que se atribuía a la vestida por S. Ginés cuando la “conversión milagrosa”, y que hoy se sabe que no es tal sino que fue donada por un reyezuelo árabe cercano. No deja de ser curioso sin embargo, que ésta prenda, vestida por un sacerdote cristiano en la misa, esté adornada con versículos del Corán.

          Antes de hablarles de la cruz, hay que decir que el turista entusiasta de lo histórico, lo religioso y lo misterioso puede además visitar por el pueblo el Torreón de los Templarios, que si bien es del siglo XVII, posiblemente fue erigido sobre otro más antiguo de donde probablemente venga su nombre. Y también los diversos museos: El Museo Arqueológico, situado en la Iglesia de la Soledad, el Museo de Música Étnica de Barranda, el Museo Etnográfico en Miniatura y, finalmente el Museo de la Fiesta, donde se explican las fiestas locales, de moros y cristianos, celebradas a primeros de mayo de cada año, que comienzan con una bendición de las aguas por la Santa Cruz, en una misa celebrada el 25 de abril en el Templete del Baño (templete de forma hexagonal y también del siglo XVII) y que incluyen la denominada “carrera de los caballos del vino”, que conmemora un hecho histórico relacionado con las luchas entre moros y cristianos y el santuario de la Cruz de Caravaca.

                                                                                                                                                     Moros y cristianos.

CEHEGÍN


          Cercana a Caravaca encontramos una pequeña población, que junto con Bullas y la misma Caravaca constituía esta encomienda templaria (una encomienda es una asignación territorial gobernada por un comendador), se trata de Cehegín; con la mitad de los habitantes de Caravaca de la Cruz, ésta villa tiene también orígenes argáricos, situándose posteriormente en ella la ciudad íbera de Begastri.

      Fue desde esta ciudad fortificada desde la que se tomó Caravaca en 1243, además, diversos comendadores como los Fajardo provenían de este pueblo, siendo correcto hablar de la Encomienda de Caravaca-Cehegín, ya que además Bullas era aldea de ésta última..

          Hoy, de la fortaleza de Cehegín casi nada permanece, parte de su estructura como las torres, se han integrado en el paisaje urbano sirviendo de refuerzo a edificaciones actuales


y el resto es un puñado de ruinas. De todas formas, algún rastro del Temple queda, muestra de ello es una espada con empuñadura en forma de Tau que podemos ver en el museo local. Algún misterio querríamos observar también en la Iglesia de María Magdalena, del siglo XV y origen santiaguista. Por el pueblo podemos ver, además, numerosas casas palacio condales, como la de los ya mencionados Fajardo.

                                                                                                                            Residencia de los Fajardo.

LA “VERA CRUZ” DE CARAVACA

          Prácticamente todo en Caravaca gira en torno a la Cruz: La tradición, la sociedad, la economía, el turismo…, más aún desde que en 1998 el difunto Papa Juan Pablo II concedió a la ciudad el año jubilar, siendo una de las cinco únicas ciudades del mundo; junto a Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana. El primero de estos años jubilares se celebró en 2003, siendo el siguiente el año próximo, 2010 (el año jubilar perpetuo se celebra cada siete años).

         Pero ¿Cómo es ésta, que tiene de particular? Pues bien, se trata de una cruz pectoral, dorada y ornamentada con diamantes y rubíes de 17 cm. de alto, siendo característica, además, por su doble brazo: El inferior, más grande de 10 cm. de largo y el superior de 7. Su forma también recuerda una pequeña cruz patada, como la del Temple, sobre una Tau Vera Cruz. La tradición nos dice también que es un lignum crucis, esto en, un fragmento de aquella en que fue crucificado Jesucristo; siendo el segundo en importancia, después del conservado en el antes citado Santo Toribio de Liébana, también en España, en Cantabria concretamente, y al que prometo dedicar otro artículo de esta saga que pretende ser “non nobis domine”.


                                        La Cruz de Caravaca.

          En efecto, ya Juan García Atienza en su excelente libro “La mística solar de los Templarios”, publicado por la Ed. Martínez Roca en 1983, nos recoge la tradición por la cual Sta. Elena madre del emperador Constantino el Grande, allá por el año 326 y durante una peregrinación a Jerusalén, habría encontrado el lignum crucis, de cinco pedazos del cual habría mandado construir esta cruz, la cual le habría regalado al patriarca de Jerusalén. El doble brazo estaría justificado porque el superior, más pequeño, representaría al titulus crucis: El rótulo INRI que los romanos habían colocado sobre la cruz.

           La historia de esta cruz es fascinante, habría estado en manos de todos los patriarcas de Jerusalén hasta la caída de la misma a manos de Salah al Din en la batalla de Hattin, posteriormente habría sido devuelta a Ricardo Corazón de León quien la habría restituido a los patriarcas hasta tiempos de Federico II Staufen, considerado hereje por la Iglesia. Una leyenda nos cuenta que haciéndose éste último coronar rey de Jerusalén, hecho histórico que aconteció en 1228, “dos ángeles” le arrebataron al patriarca que lo consintió nuestra cruz, llevándosela consigo a los cielos. “Misteriosamente”, ésta aparecería en Caravaca en 1243 tras ser conquistada, permaneciendo en ella hasta nuestros días.

           Lo que nadie nos cuenta, ni el Ayuntamiento, ni la Iglesia ni la Real e Ilustre Cofradía de la Stma. Vera Cruz de Caravaca, es que la Cruz Patriarcal no es ya la que allí se exhibe. La Vera Cruz de Caravaca fue robada en la madrugada del 13 de febrero de 1934, siendo además miércoles de ceniza; los ladrones sustrajeron la Reliquia, dejando la caja-estuche del siglo XIV donde se guardaba. Aunque nunca se encontró a los perpetradores, tal robo tuvo más que probablemente motivos político-religiosos dada la Europa convulsa de la época, en pleno auge del nazismo (recordemos que los nazis eran grandes buscadores de tesoros religiosos); incluso en España nos encontrábamos próximos a una guerra civil. La que se muestra en Caravaca en la actualidad es una réplica de metal, construida en forma de relicario, en cuyo interior hay dos astillas del lignum crucis, llevadas antaño a Roma por Sta. Elena también, y donadas por Pío XII tras la mencionada guerra civil con el objeto de restaurar el culto a la Vera Cruz, este culto volvió a iniciarse en 1945 tras devolver la cruz a su santuario. Ya que durante la guerra, éste fue utilizado como prisión. De la Vera Cruz de Caravaca nunca más se supo, aunque no falta por Internet quién dice haberla visto en el sur de Francia.

EL “MILAGRO” DE LA APARICIÓN

           Dicho milagro nos relata como apareció la Vera Cruz Patriarcal en ésta población de Murcia.

          El legendario acontecimiento habría sucedido en 1231, cuando el rey (de Taifa) musulmán Abu Zeyt habría reunido a sus prisioneros para intercambiarlos con los cristianos. Un sacerdote llamado Ginés Pérez Chirinos se hallaría entre ellos, preguntado éste sobre su oficio, diría que era sacerdote y que su principal actividad era celebrar misa, y que ésta consistía en celebrar el sacrificio de Jesucristo, al punto de que el pan y el vino se convertían, durante ésta, en cuerpo y sangre del mismo. El rey, que debió entenderlo literalmente, mandó a Cuenca a por todo lo necesario para obrar tal prodigio, pero todos se olvidaron de la cruz, sin la cual, Ginés decía no poder hacer la misa. Entonces, “dos ángeles”, como en la leyenda de la coronación de Staufen, se habrían materializado por el óculo gótico de la Aparición con la Vera Cruz entre las manos; tras lo cual, el rey, toda su familia y buena parte del reino se habrían convertido al cristianismo.

         Lo que probablemente ocurrió es que la cruz fue robada por los templarios ante la coronación de Federico II; este emperador, nieto de Federico I Barbarroja, había sido educado como Templario, sin embargo, una vez coronado mantuvo malas relaciones con la Orden, buena prueba de sus afrentas fue darles las Mezquitas de Jerusalén (el Templo de Salomón) a los musulmanes, en lugar de a los Templarios que las consideraban su cuartel general. Una vez tomada Caravaca, con una fortaleza que tenía mucho de inexpugnable, la habrían colocado allí. La leyenda, posiblemente inventada para la ocasión, justificaría que la Reliquia obrara en su poder, sobre todo ante la Iglesia, la cual consideraba hereje a Staufen. Los templarios ante el robo dirían algo así como “No hemos sido nosotros, Señor, sino la Gloria de tu Nombre”. ¿Nos suena?

Ventana de la Aparición.

         El mayor misterio de Caravaca se encuentra, seguramente en la Ventana de la Aparición, cuya inscripción, donde se entremezclan caracteres latinos, hebraicos, griegos, sirios y maniqueos, aún no ha sido descifrada. Tal vez, los Templarios, tan proclives a dejar pistas sobre sus acciones y motivaciones, nos legaran la verdad de cómo llegó la cruz a Caravaca en dicha inscripción. Quién sabe.

BIBLIGRAFÍA

           - “La Mística Solar de los Templarios”, Juan García Atienza, Ed. Martínez Roca, 1983.












APÉNDICE


          Aunque el trabajo se mantiene bien, a pesar del tiempo y de su brevedad, para ser rigurosos conviene comentar algún detalle:

         (*) Decía que Caravaca fue conquistada en tiempos de Alfonso X el Sabio, no es cierto, en 1243 reinaba en Castilla Fernando III el Santo. No obstante, fue su hijo, Alfonso, quién habría de reinar como Alfonso X a su muerte, quien formuló su expreso deseo de que se otorgase el emplazamiento al aragonés Berenguer de Entenza, ya que Caravaca era un enclave intermedio entre ambos reinos.

          Sería a partir de una sublevación mudéjar ocurrida en la plaza hacia 1265 cuando la Orden del Temple se hizo con el control de la Encomienda de una forma definitiva hasta la caída de la Orden, lo que generó la leyenda de los "Caballos del Vino" y su posterior fiesta.

Carrera de los caballos del vino.

           Como decimos el hecho, más que histórico, se convierte ya en legendario. Al parecer los cristianos se hallaban cercados en el Alcázar y con los aljibes de agua casi agotados, cuándo un grupo de Templarios atravesó el cerco musulmán, con el consiguiente riesgo de sus vidas, hasta el Campillo de los Caballeros y, no pudiendo conseguir agua, retornaron a la fortaleza con los odres llenos de vino, siendo recibidos, obviamente, con gran algarabía. La carrera de los caballos del vino se celebra cada 2 de mayo.

          Otro tema a comentar son las leyendas relativas a la cruz y a los ángeles portadores, más allá del óculo gótico ya se ve o se quiere ver una autoinculpación, por parte del Temple, en el hecho de que los ángeles sean dos. En mi opinión, si los sucesos vinculados al "cambio de ubicación" de la Cruz Patriarcal hubieran sido verdaderamente sobrenaturales, un sólo ángel hubiese sobrado. El caso de que fueran precisamente dos, como en el conocido sello que ilustra este blog, en una Orden que se basaba en la fraternidad y cuyos caballeros funcionaban habitualmente por binomios parece que quiere dejar claro quienes fueron realmente los "ángeles" portadores de la Cruz de Caravaca.